“La Universidad de Santiago provocó en mí un cambio social que me permitió tener un mayor desarrollo. Estoy infinitamente agradecido de la educación que me entregó mi Alma Mater, en todo sentido, no solo en lo técnico. Uno adquiere valores, que quizás no se ven implícitamente cuando uno es estudiante, pero a lo largo de la vida me di cuenta que la formación integral que me entregó la Usach me permitió tener cierta flexibilidad y moverme de forma distinta en el mundo de la investigación en física teórica, y tener la capacidad de desarrollar también una línea de gestión universitaria”
Así se refiere a su Alma Mater, Joel Saavedra, doctor en ciencia mención en Física de la Universidad de Santiago, y quien por 10 años ocupa el cargo de Vicerrector de investigación y Estudios Avanzados, en la Universidad Católica de Valparaíso
Su afición por la Física surge en la enseñanza media. Quería aprender Física Nuclear motivado por uno de sus docentes, quien perfiló ese objetivo en él y que en 1989 se trasformó en una meta a conseguir tras ingresar a la Usach a estudiar Licenciatura en Física Aplicada. La carrera era distinta a lo que presentaba la Universidad de Chile y Católica donde tenía un carácter más teórico que experimental.
¿Cuál fue su primer impacto al ingresar a la Universidad de Santiago?
-Me llamó la atención la libertad que tenía el Departamento de Física en ese momento y el cuidado especial por sus estudiantes. Pese a ser un Departamento no tan grande, era más personal en su seguimiento con quienes cursábamos la carrera. Estábamos en el periodo de transición de la dictadura y los primeros tres años no hubo movimientos tan radicales en torno a lo político.
-¿Desde el punto de vista económico, enfrentó dificultades en sus años como estudiante?
-Soy primera generación de mi familia en ingresar a la Educación Superior. Mi padre creía que yo estaba estudiando Ingeniería. Fue una mentira piadosa que armé junto a mi madre que apoyó lo que yo quería, porque mi interés estaba en la Física. Mi papá tenía una fijación con esa carrera, quizás por una proyección personal de lo que él hubiese deseado hacer en lo profesional. La ciencia en Chile no era muy conocida, entonces era más práctico estudiar Ingeniería. Sin embargo, perseguir mis ideales predominó ante otros estímulos externos. Estudié con crédito y todos los semestres tenía que hacer la fila larga en la Dirección de Finanzas para hablar con la Asistente Social, pero como mi desempeño era el adecuado nunca tuve problemas para matricularme y considerar el financiamiento. Estudié con el 70% del crédito universitario. Mi familia era modesta. El 30% lo pagábamos con la ayudantía y con la misma integración con los profesores a través de distintos proyectos de mejoramiento de la docencia. Nunca me sentí solo, que era lo más importante.
-¿Fue para usted una característica importante el campus único de la Usach?
-De todas maneras. Ayudaba mucho para la educación y la formación que se va desarrollando en torno a tu vida universitaria. Te toca compartir no solo con físicos, sino también con ingenieros y otras carreras. Eso lo encontré siempre especial.
Su trayectoria profesional
Al concluir la Licenciatura en Física en el 93, con su tesis sobre física nuclear experimental en un acelerador de partículas que estaba en el campus Las Palmeras de la U. de Chile se integró al programa de Magíster de la Universidad de Chile por un año. En el norte y en medio de una Conferencia se reencontró con uno de sus maestros de la Usach que le contó del proyecto doctoral de la Universidad de Santiago, que estaba en germen y lo invito a formar parte de la primera cohorte de estudiantes de este programa. Luego postuló a un proyecto Fondecyt postdoctoral, que fue adjudicado en la Universidad Católica de Valparaíso el año 2003, integrándose al Plantel como investigador postdoctoral. Esperó lograr una jornada completa y postuló a concursos en esa Casa de Estudios y en la Universidad Austral. Se adjudicó ambos, pero decidió por cercanía quedarse en la Región de Valparaíso y “por las proyecciones académicas que podía obtener en una Universidad que tiene todo lo que aprendí en el Departamento de Fisica de la Universidad de Santiago”, recuerda.
Del 2004 al 2008 fue profesor del Instituto de Física. Fue elegido director por sus colegas y el año 2010 asumió como Vicerrector de Investigación, con solo seis años de instalación en la PUCV.
La ciencia en tiempos de COVID
Para el profesor Saavedra, los Gobiernos por años han cometido un gran error que es colocar a la ciencia en un segundo, tercero o cuarto lugar.
-Desde el punto de vista de la investigación, ¿en que se ha fallado para enfrentar de mejor manera esta pandemia de COVID-19?
-Si queremos estar bien preparados para una pandemia que es lo que yo creo que deberíamos aprender ahora, hay que poner la ciencia en primer lugar y no buscar la utilidad cortoplacista de aplicación inmediata de la ciencia, porque ella requiere tiempos de madurez. Me he dado cuenta que desde que yo estaba en el colegio existe el mismo discurso instalado por años en la elite chilena. Si hubiésemos tenido una política institucional hoy tendríamos un desarrollo distinto y estaríamos preparados con las tecnologías para hacer un desarrollo distinto y enfrentar esta crisis de forma positiva. No obstante, yo creo que es una crisis que también se escapa de las manos. Hay que ser justos en eso también. Pero la crítica que hago es que no se ha considerado a la ciencia como un actor relevante en la solución. De hecho las universidades estamos trabajando en ventiladores mecánicos a través de propuestas individuales, cuando debiesen haberse hecho propuestas conjuntas y buscar la mejor alternativa. La solución es un problema de capacidades múltiples. Es la fuerza conjunta de las Universidades las que han hecho trabajo de investigación en los últimos 10 o 15 años y ahí no veo un reconocimiento, sino que nos miran como un ente generador de grados, títulos y profesiones.
-¿Y usted advierte que esa falta de reconocimiento también impacta en el financiamiento de proyectos de investigación para los estudiantes?
-No hay una visión de futuro de lo que es la institucionalidad de las ciencias. No se piensa que los estudiantes de pre y postgrado tienen mucho que aportar, con ideas frescas que si pueden ser desarrolladas. Ellos tienen de por si la fuerza para proponer y hacer cosas.
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