El amor por la música, el canto, los escenarios y la animación, la hizo inclinarse desde pequeña por las comunicaciones. Quería ser cantante, pero su padre bastante crítico con ese oficio, siempre le advirtió que no ganaría dinero para vivir tranquila. Salió de cuarto medio y, en cierta medida, desobedeciéndolo entró con 16 años a estudiar Radio y Televisión en la Escuela de Comunicaciones de Antonio Freire. Allí se forjarían sus primeras herramientas en los medios de comunicación. Edith ya había decidido. Quería ser periodista. A los 18 años estaba ya frente al frente de su primer programa trabajando en Radio Yungay. Es una mujer que desde pequeña se impuso metas que con tenacidad y autoexigencia lograba. Luego arribó a la televisión por cable, sin dejar su afición por la música, la creación de jingles y la animación de eventos, como tampoco la locución comercial.
Ingresó a Radio La Clave, y trabajó junto a Hernán Pereira. Vivió el cambio a Radio Romance y se abrieron nuevas oportunidades. Con 22 años ya trabajaba como productora periodística y se sumaba como co- conductora junto grandes de la radiodifusión nacional como Julio Videla, Javier Miranda, Eduardo Palacios y Juan Carlos Gil. Radios Para Ti y El Conquistador fueron sus siguientes estaciones laborales donde estuvo al frente de programas misceláneos y periodísticos, en la conducción y edición general.
Te iba bien, ¿por qué ingresas a estudiar Periodismo a la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago?
-Tenía mi título de comunicadora de radio y televisión. Llevaba 6 o 7 años trabajando como productora periodística y conductora de programas en Radios Para Ti y El Conquistador. Estudié periodismo a partir de los 23 años porque comencé a notar que había un tema que rondaba en el ambiente. Yo llevaba 7 años trabajando como periodista y me sentía una periodista, pero el entorno comenzó a exigir, a criticar porque no contaba con el título universitario. Uno de mis jefes me impulsó a tomar la decisión y entré al vespertino de la Escuela de Periodismo de la Usach, en la Facultad de Humanidades, donde estuve 5 años y medio. Había dado la Prueba de Aptitud Académica en dos oportunidades. Había quedado en una Universidad del Norte para estudiar leyes, pero aunque mi papá era lo que deseaba, yo quise quédame en Santiago y seguir en lo mío que eran las comunicaciones. Un día me enteré que la Usach brindaba la carrera de Periodismo en un horario que me acomodaba, me permitía trabajar y estudiar, no lo pensé dos veces.
Debió ser agotador levantándote muy temprano, trabajando todo el día y luego estudiando por la noche.
-Muy agotador. Fueron tiempos de poner nuevamente a prueba mis capacidades de trabajo, esfuerzo y tenacidad, de ponerme metas y conseguirlas. Terminábamos las clases a las 10 y media de la noche, pero muchas veces teníamos que ir a casas de compañeros a hacer trabajos y los fines de semana nos tocaba reporteo. Mi plus era contar con una nutrida agenda de contactos gracias a mis labores como productora periodística. Fue época de estrés, de mucho café y además con mi hijo pequeño Nicolás. Entremedio me separé y con culpa –en esos tiempos- de sentirme una mamá ausente, porque no pasaba en casa. Gracias a Dios conté siempre con el apoyo de mis papás.
¿Por qué elegiste estudiar en la Usach?
-Porque necesitaba hacerlo en vespertino. No podía parar de trabajar. Una amiga me habló de la Universidad de Santiago. Entré de inmediato. Terminando periodismo, me enamoré y nació mi hija Leonor. Mis dos presentaciones de tesis las viví embarazada. Fue muy simbólico. Sabía que la Usach ya tenía una trayectoria de muchos años y es uno de los Planteles de Educación Superior mejor evaluados a nivel latinoamericano y para mí eso fue muy importante en tomar la decisión. Cuando me dijeron que había un vespertino de periodismo, me brillaron los ojos y de inmediato me alegré porque era lo mejor que me podía pasar. Yo pensaba que solo había alternativas así en las universidades privadas, que no las desmerezco, pero me pasaron el dato de la Usach y al día siguiente fui, ingresé y fue una doble alegría saber que podía estudiar periodismo sin afectar mi trabajo y mejor aún en la Universidad de Santiago. Con mi sueldo pague mensualmente el arancel. Había crédito, pero preferí sacrificar el dinero que ganaba y cancelarlo directamente.
¿Qué recuerdos tienes de esos años de periodismo en la Usach?
-Lo primero que se me viene a la mente es la calidez de las chicas que trabajaban con el director de la carrera, Vanessa Ferrada y la flaca Mery, ellas nos recibían cuando llegábamos a las 7 de la tarde a estudiar. Siempre fueron muy cercanas, porque entendían que los del vespertino veníamos de una jornada muy extenuante. El mejor momento de cada noche era el break del cafecito y el queque. Recuerdo con cariño a la profesora Pamela Cantuarias, a Rafael del Villar y al profesor Radrigán que nos hacía economía. En el vespertino hice grandes amigas periodistas como María Pastora Sandoval y Elizabeth Salazar.
Siempre me gustó de la Universidad de Santiago la entrega de valores que los académicos nos brindaban, junto a los conocimientos académicos propios de la carrera. La Usach proyecta en sus estudiantes una imagen humana, de empatía con el otro. Si bien había una alta exigencia, no olvidaré nunca esa cercanía de los profesores. Un discurso lleno de principios. Siempre nos inculcaron que la Usach es la Universidad de los jóvenes que quieren salir adelante, una Universidad profundamente humanista. Por eso, siento un tremendo orgullo de haber estudiado en la U. de Santiago. Siempre se habla de Alma Mater. Estoy orgullosa de ser usachina, por todo lo que en esas aulas me entregaron, tanto en conocimientos, contenidos, como también en valores. El profesional de nuestra Universidad se distingue de otros y eso va ligado a su forma de ser, a su estructura mental, a sus deseos de ser mejores personas día a día. Después de titularme, hice dos diplomados en la Universidad Católica. Tomé otros cursos, entre ellos uno de doblaje de series y películas. Mi interés ha sido crecer profesionalmente y mi deseo es reencontrarme con la Universidad de Santiago cursando pronto un Magíster en el Plantel.
Edith de la Rosa, en tiempos de pandemia, sigue con sus labores como conductora del programa Panorama Imagina junto a Iván Núñez, pero ya no desde los estudios de Ibero Americana Radio Chile, sino desde su hogar. Agradece a los ejecutivos que instalaron los equipos para salir al aire desde su casa cada mañana, desde donde además lee las noticias y realiza producción periodística. No oculta su felicidad por formar parte de un equipo profesional que tiene a Radio Imagina en el primer lugar de sintonía en el país. “Soy una afortunada de tener trabajo, hacer lo que me encanta y haberme adaptado a esta modalidad de teleradio”.
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