Miguel Bezares estuvo a punto de no pasar a primero medio, curiosamente porque la matemática hasta ese momento no era lo suyo. No entendía nada de porcentajes, ni proporciones - reconoce-. Gracias a una prueba especial lo logró y fue un profesor cubano que conoció en el Colegio Oratorio Don Bosco Salesiano, quien se transformó en su mentor. Afirma con humor que aún le cuestan las operaciones básicas, pero para eso están las calculadoras, dice.
Miguel rindió la PSU lleno de sueños como todo joven que desea mejorar la situación económica de su familia, aunque sus aspiraciones iban más allá. Quería estudiar Ingeniería Civil Industrial y ser gerente. Le fue bien en la prueba de Matemática, pero el puntaje total se transformó en un nuevo obstáculo. Sin embargo, optó por Ingeniería Matemática, porque esa carrera le transmitía una sensación de mayor dificultad que se transformó en su plus de la elección, para cumplir sus metas.
“El perfil laboral del Ingeniero Matemático de la Usach me gustó mucho porque te da la oportunidad de ser científico o ser ingeniero; científico en el sentido de seguir la academia, que es el camino que tomé yo al hacer el Magíster en Ciencias mención matemática y luego el Doctorado en Física de la Universitat de les Illes Balears, con el fin de transformarme en académico. Y está el otro camino que es ser Ingeniero, estar en una oficina, abrir tu consultoría y trabajar como un ingeniero en modelos matemáticos o cosas así”, explica desde Trieste-Italia donde realiza su postdoctorado.
¿Qué fue lo primero que te llamó la atención de la Usach?
-Lo grande que era. Lo linda que es por dentro, pero también lo feo que es el entorno de Alameda. Como anécdota me correspondió en un curso de Introducción a la Ingeniería exponer sobre la estructura superior de la Estación Central. En la Usach la carrera era más bien machista, muchos hombres y pocas mujeres, pero me llamó la atención la diversidad. Había gente del Instituto Nacional que era muy buena, pero otros como yo que no entendíamos qué hacíamos sentados allí, unos con dinero y otros más pobres, pero no había distinción de clases. La diversidad social que tenemos en la Usach es lo mejor. Te encuentras con el joven becado en todo y con el que su papá le paga la carrera. Es algo de nosotros. Cien por ciento social.
Como la carrera era nueva te permitía con los años ir inventando cosas. Por ejemplo con cuatro amigos incorporamos a la Ingeniería Matemática la mención en modelos astrofísicos, porque nos gustaba mucho en general la teoría de la relatividad general de Einstein y la astrofísica. Hablamos con 4 académicos y le propusimos la idea al jefe de Carrera, quien aceptó. En ese entonces la última etapa de la carrera – no sé si la han cambiado- tenía algunos ramos libres, depende de lo que tú quieras hacer.
Cuéntame como fuiste armando tu perfil profesional en la Universidad, que permitió transformarte en docente, posteriormente.
-Yo estudié con la Beca Bicentenario y como siempre hay un delta que hay que pagar, para el resto tuve que optar al Fondo Solidario. Fui ayudante de cátedra desde segundo año hasta que terminé. Fui profesor por hora de la Usach siendo estudiante. Con cuarto año de la carrera rendido puedes sacar la Licenciatura en Matemática y ser docente. Fui profesor de cálculo 1 para los Ingenieros. El currriculum en la Usach me permitió hacer ayudantías en las privadas. Hice clases en las Universidades Finis Terrae, del Pacifico y Andrés Bello. Fui un profe taxi, mientras terminaba la carrera y hacía el Magíster. Me casé joven, queríamos comprar una casa y había que esforzarse.
Tus aspiraciones eran altas y ya mirabas en esa época hacia el extranjero. ¿Cómo lo lograste?
-Llevamos 9 años casados. Ella siempre me ha apoyado en todo y cuando tomé la decisión de estudiar en Europa se vino conmigo. Es técnico en imagenología. Yo siempre quise estar en la Academia, quería ser científico y para ello debes tener un Doctorado. Quería irme a hacerlo a Alemania, pero se me cerraron las puertas. Sin embargo, tuve una oportunidad en Mallorca, España. Postulé a la Beca Conicyt para un doctorado en ese país que duró tres años y medio. Soy experto en relatividad numérica, simulaciones numéricas de las ecuaciones de Einstein. Terminar el Doctorado en Física fue uno de los momentos más felices de mi vida, pero aún tenía metas que cumplir para llegar a mi objetivo final. Para ser académico, tengo que demostrar mi experiencia acumulada que se mide en publicaciones, citas, congresos, etcétera. Estas carreras pequeñas de dos o cuatro años son los postdoc que añades a tu curriculum. Yo ahora en Trieste, Italia no tengo que rendir exámenes ni nada, sino que solo investigo. Mi jefe se ganó un proyecto muy bueno que se llama ERC, un proyecto gigante que obtienen científicos reconocidos y pueden armar equipo contratando para sus investigaciones a postdoctorados y estudiantes de doctorado. Somos nueve. Ahora estamos viendo la viabilidad de las teorías alternativas a la gravedad de Einstein. Lo que hago yo es importante para ellos por las simulaciones. El proyecto es de ondas gravitacionales.
¿Tienes pensado volver a Chile para entregar esos conocimientos a nuevas generaciones de Ingenieros Matemáticos?
-Sí, mi beca es de retribución, tengo que regresar. Conicyt te entrega el aporte económico para que seas un científico y tú tienes que volver a buscar una posición de académico en Chile. Mi retribución será enseñar todo lo que aprendí acá.
A la luz de todo este extenso curriculum que has alcanzado con esfuerzo y tenacidad, ¿qué papel cumplió la Universidad de Santiago en tus aspiraciones?
-Fue la que me dio la oportunidad de cambiar mi vida, de romper la brecha social. Me dio todo. Gracias a sus profesores soy quien soy. Soy científico por ellos. No soy inteligente, soy un tipo esforzado, pero a la Usach le debo mi curriculum, mis valores. Somos diferentes a otras universidades. Se nota quienes somos de la Usach. El sello distintivo de sus estudiantes es la conciencia de clases. No se nos olvida de dónde venimos. Me siento preparado para competir con cualquiera, gracias a una formación de alto nivel. La diferencia la hace uno. Depende de las personas. Yo tuve la oportunidad de cambiarme a la Universidad de Chile en primer año y no lo hice porque me enamore de la Usach.
Tienes que regresar al país a enseñar. ¿Cuáles son tus planes?
-Creo que volvería a una región. En Europa conocí esa paz de localidades que no existe en la urbe como Santiago. Buscaría trabajar en una universidad regional para descentralizar el conocimiento, entregar todo lo que la U. de Santiago me dio a las nuevas generaciones y aportar además con todo lo que aprendí en Europa. No me veo viviendo nuevamente en la capital con el ritmo tan agitado que implica.
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