Profundamente agradecida de sus profesores a quienes admira por su sensibilidad social y política se manifiesta la Licenciada en Historia, mención Gestión Cultural, Samanta Sanhueza. Desde pequeña supo que debía dejar su natal Calama para venirse a la capital, con un objetivo claro en mente: estudiar en la Universidad de Santiago como fuese. Dio la PSU, pero el puntaje no le alcanzó. Partió a Viña del Mar donde estuvo un año en la Universidad Adolfo Ibáñez, sin embargo no descansó hasta ingresar a la Usach. Intentó por segunda vez con la PSU y lo logró. Ella quería estudiar en un Plantel tradicional y estatal. Hija de padres que trabajaban en la minería y que siempre la apoyaron, recuerda que le atraía analizar a las personas, pero también notaba en su personalidad un fuerte interés por la política. “La Usach da ese espacio para la discusión y desarrollarse en plenitud”, destaca.
Su papá, técnico electromecánico en Codelco, durante un tiempo trató de independizarse, pero las condiciones económicas no se lo permitieron. Fue justamente cuando Samanta decidió buscar su futuro, alentada por su madre que siempre quiso que se transformara en una profesional, aunque para ello debiese abandonar su ciudad. Tiene dos hermanos pequeños. Como primera generación en ingresar a la Universidad, recuerda que su primer acercamiento a la Usach fue conocer a sus nuevos compañeros. “Tuve una sensación de comunidad, de compañerismo de inmediato. De hecho, a una de mis mejores amigas la conocí en el frontis de la Universidad, cuando asistimos una semana antes a una especie de nivelación que nos hicieron los propios estudiantes de carreras mayores. Yo venía de un Plantel donde no se generaba esa relación, sino que todo lo contrario… era de competencia”, expresa.
¿Cuál era tu aspiración profesional cuando decidiste estudiar Licenciatura en Historia?
- Me imaginaba convertida en una historiadora, también leyendo mucho en una biblioteca. Sin embargo, a poco andar de la carrera, conocí la mención de Gestión Cultural. Éramos 60 compañeros nuevos en el plan común. Unos habían entrado a Pedagogía y otros a Licenciatura. Nos fuimos dividiendo y a los dos años y medio tuve los primeros ramos de Gestión Cultural, y me encanté con esta práctica académica, aplicando el conocimiento en un área más comunitaria, recuperando historias orales, el patrimonio…todo se fue configurando posteriormente.
¿Qué recuerdas de tus profesores de la Facultad de Humanidades?
- Lamentablemente no tuve clases con el profesor Julio Pinto, pero si compartí con él cuando me tocó organizar las Primeras Jornadas de Estudiantes de Historia. Nuestros académicos fueron exigentes, pero a la vez geniales. Son personas admirables en términos intelectuales y son parte importante de la Universidad. Tenían visiones políticas muy interesantes de aprender de ellos, con historias de vida que te marcaban. Especialmente hoy tengo una relación muy cercana de mucho respeto y admiración intelectual con el profesor Rafael Chavarría, jefe de carrera de Licenciatura en Historia.
Samanta egresó el año 2017. Hizo un proyecto de tesis que utilizó posteriormente para ingresar al Magíster en Arte, Pensamiento y Cultura, del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago, IDEA.
Por lo que entiendo tu tesina estuvo centrada en el tema minero. La familia y tu tierra siguieron presentes.
- Si, fue una investigación sobre trabajadores mineros. Los padres marcan. A veces uno no lo acepta, pero ocurre. Me atrajo mucho escudriñar y entender las identidades de los mineros, investigar por qué son tan corporativistas. La tesis del Magíster no la hice solo de mineros de Calama, sino en general. En el IDEA tuve durante dos años a otros profesores, pero similares a los de la Universidad, con un pensamiento crítico que marca mucho a la Usach. Mi tesis estuvo relacionada con la representación en el cine documental de los mineros de los años 50. Traté de analizarlo desde una perspectiva de género para detectar qué tanto patriarcado había allí. Recurrí para esa investigación al Archivo Patrimonial de nuestra Universidad. Luego con unos compañeros de la Usach nos ganamos un proyecto Fondart sobre cine y trabajo, y mostramos documentales en Calama, estuvimos en El Salvador y se suponía que terminaríamos en Lota, pero el estallido social y luego la pandemia no lo permitió. Ahora estamos viendo como lo terminamos en línea.
Cultura y comunidad
Samanta al terminar su pregrado hizo su práctica en Matucana 100, en el área de producción y programación. En esa época la Corporación Cultural tenía la presidencia de una asociación gremial de salas de teatro y postularon a un Fondo del Ministerio de Cultura. Quedó contratada como asistente administrativa, luego secretaria ejecutiva de la Red Salas de Teatro y fue productora en la organización, por ejemplo, de la noche de los teatros y algunos encuentros nacionales.
Actualmente estás en Servicio País. ¿Qué tal la experiencia?
- Postulé en octubre de 2019 y desde marzo estoy en Alhué. Antonia Garcés, otra usachina es la directora regional de la Fundación para la Superación de la Pobreza. Aquí hacemos trabajo con las comunidades organizadas. Este año estamos en la Fase 1 de intervención. Estamos diagnosticando el territorio. Hemos tratado de hacer, en la medida que nos permite la pandemia, diagnósticos sociohistóricos y socioculturales; establecer cuáles son sus problemas, para entregarles herramientas que les permitan surgir, desde una mirada multidimensional de la pobreza no solo económica. Hacemos mucho apoyo a postulación a proyectos.
¿Qué significa la Universidad de Santiago en el desarrollo de tu vida personal y profesional?
- No entendía lo que era el concepto de alma máter antes que ingresara a la Usach. Gran parte de lo que soy, se lo debo a la Universidad de Santiago. Me siento profundamente orgullosa de mi Casa de Estudios por todo lo que han hecho durante este tiempo de pandemia. El perfil del egresado de nuestro Plantel se reconoce en todos lados. Somos aperrados y estamos dispuestos a trabajar por la comunidad. Hay una conciencia social y política muy marcada, pero eso no quita que seamos profesionales de excelencia. Esa es una combinación perfecta. La sensibilidad social aporta en todas las áreas.
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