Trabajando en el Hospital San José, donde vive de cerca la dura lucha contra el Coronavirus, con los cupos UCI y UTI completos hace una semana y compartiendo esa labor con su trabajo como presidenta del Regional Santiago del Colegio Médico, encontramos a Natalia Henríquez. Ella es médica internista formada en la Universidad de Santiago, diplomada en Medicina Intensiva: Fisiología Aplicada y Manejo Avanzado.
Para Natalia, la Universidad de Santiago es su Alma Mater y se siente feliz también de entregar su conocimiento a las nuevas generaciones desde su cátedra clínica.
¿Cómo nace tu vocación por la medicina?
-La verdad es que siempre me llamó la atención buscar alguna posibilidad de poder contribuir a la sociedad. Tuve la fortuna, siendo súper honesta, de que me fuera muy bien en la prueba de ingreso a la Universidad, y apunté a la carrera que me daba más posibilidades de interacción en las dolencias de la sociedad, que es el ámbito de la salud.
Pero, ¿tu familia estaba vinculada de alguna forma a esta carrera?
-No, mi familia no es de la salud y la verdad es que me enamoré de la carrera. Mis padres son ingenieros y de hecho salieron de la Universidad Técnica del Estado. Ahí comienza el vínculo mío con la Usach. Yo tenía claro que no iba a entrar a otra Universidad que no fuera esta. Sin embargo, no fue a través de mis papás que me interioricé de mi Casa de Estudios, porque ellos quedaron bien traumatizados con el periodo del golpe militar. Sus últimos recuerdos son muy tristes, así que no hablan mucho, pero si recuerdan con cariño el trabajo social que hacían por carrera, poniendo a disposición de la comunidad el conocimiento que iban adquiriendo de forma inmediata. Eso yo lo encontraba maravilloso. Después leí sobre Enrique Kirberg y lo amé.
¿Qué recuerdas de tus primeros días en la Universidad de Santiago?
-Yo había ido antes a dar algunas pruebas porque la Universidad hacía las olimpiadas de matemáticas. Mi hermana ya estaba estudiando en la Usach. Se tituló de matrona; entonces no me fue tan ajena la estructura tras salir del colegio, pero si reconozco que la sensación de libertad era súper extraña. Era una sensación de autorresponsabilidad distinta, un cambio del régimen escolar al universitario, porque en general se hacía mucha vida social, pasear por los pastos con la gente conversando, muchos en la Biblioteca, leyendo o trabajando. Viví la sensación de la multidimensionalidad de los fenómenos. Podías instalarte a conversar en un grupo muy diverso de personas y carreras. Esa es una propiedad única de la Usach. Me impresionaba también el nivel de mis profesores, muy bien formados con un alto nivel de conocimiento. En sí mismo, encontraba que tenían un poder tremendo.
De retorno a la Usach tras egresar
La doctora Natalia Henríquez ha vuelto a la Usach varias veces. Reconoce que la Facultad de Ciencias Médicas ya tiene un posicionamiento dentro de las universidades chilena, pero estima que debe tener aún más relevancia.
La Escuela de Medicina es reconocida por sus pares y tiene un alto ingreso de estudiantes.
-Sí, somos la Escuela que más estudiantes tiene entrando y saliendo a lo público. Yo creo que los que hemos egresados de la Usach hemos sido buenos ejemplos, porque tendemos a seguir en lo público, a tener participación social y uno de los elementos que aparecen habitualmente en las encuestas a los empleadores es que nosotros los médicos de la Usach somos súper versátiles. Nos pueden colocar en situaciones de altos o bajos recursos y sabemos que nos desempeñaremos igual de bien.
Como tutora de nuestra Universidad con alumnos de pre y postgrado, debes tener un cariño muy especial por esta Casa de Estudios.
-De verdad para mí la Usach es una visión que existió con la UTE y tengo el firme propósito que se recupere. La Universidad de Santiago ha sido relevante en cambiar la historia de Chile como Universidad Técnica del Estado respecto de la participación de los profesionales vinculados con la realidad directamente. Por eso estoy aquí, por eso soy profesora y no me separaré de la Usach nunca. Este Plantel me dio muchas herramientas profesionales para desempeñarme como médico. Como eramos una Universidad que se tenía que crear nombre en esa época, porque tenía poco número de egresados, asumimos un autocompromiso. Debíamos crear una disposición diferente hacia nosotros, porque eramos pocos médicos de la Usach…entonces debíamos hacerlo desde la excelencia.
¿Cuál es tu impresión de los actuales estudiantes de Medicina y cuál es tu aporte para que las próximas generaciones salgan con esa formación inspirada en lo social?
-Como me toca hacer cátedra clínica, yo te diría que introduzco el componente social y cultural que implica actuar en salud. Tienen que entender que la persona no es solo biología, sino que es un contructo social. No sirve si yo sé muy bien lo que esa persona tiene que hacer , si no logro que siga la instrucción, porque mi acción en salud entonces será fútil…no tendrá ningún impacto. Los estudiantes de hoy tienen más conciencia social. La temática de género está mucho más clara e instalada. Son más respetuosos con hombres y mujeres en su trato con el paciente, pero me cuesta a veces que sean personas más responsables de sí mismo. Siento que llegan medio adolescentes a la carrera. Necesitan mucha tutoría y son bastante heteroculpables. Como que piensan que su formación no es buena porque tienen un mal profesor o porque su espacio clínico no es bueno, o porque el paciente no les respondió. Hay poco inside de la autodeterminación.
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